domingo, enero 21, 2007

En Un yankee en la corte del rey Arturo, por Mark Twain

Al cabo de una hora de camino apareció a lo lejos una ciudad adormecida a orillas de un río sinuoso, y a sus espaldas, sobre una colina, una enorme y oscura fortaleza, con torres y torreones, una escena que hasta ahora sólo había visto en las ilustraciones.

-¿Bridgeport? -pregunté.

-Camelot -respondió.