sábado, mayo 03, 2008

en Un mundo Feliz, de Aldous Huxley

—Pero, mi querido amigo, con mucho gusto, te lo aseguro. Con mucho gusto. —Henry Foster dio unas palmadas al hombro del Predestinador Ayudante—. Al fin y al cabo, todo el mundo pertenece a todo el mundo.

Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años —pensó Bernard Marx, que era especialista en hipnopedia—. Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad. ¡Idiotas!